en
este mundo frenético.
Siempre
ajenos
al
hombre que espera al lado,
a
la mujer del vagón de metro,
o
al camarero enérgico.
En
Plaza Mayor un vagabundo
como
todas las mañanas con frío,
esquivamos
su mirada,
fingimos
que esta dormido.
Y
es que somos tan impermeables,
como
un chubasquero barato,
que
quiere resbalar el agua,
pero
en el fondo,
mal
tejido,
deja
dentro resquicios
de
humedad y frío.
En
el cine de repente,
una
escena llena de violencia
nos
sobrecoge,
es
dura, sin sentimientos;
Es
vacía.
¿Y
qué hay de las noticias?
Esas
sí deberían estremecer,
son
historias reales,
son
de gente con piel.
Gente
que sufre de veras
por
el hambre o la muerte.
Gente
que se siente olvidada
por
nuestros ojos transparentes.
Aprender
necesitamos,
todos
sin excepción,
a
mirar bien con los ojos
y
no dejar la ocasión.
Por
la calle,
muchos
piensan
que
lo que ven no les gusta.
Actuan,
¡qué valientes!
porque
la vida no es justa.
Tengo
envidia de esas personas,
capaces
de mover el mundo.
Porque
a veces...
me
siento tan impermeable...
1 comentario:
Y que no dejemos de sentir envidia por los capaces de mover el mundo, o que al menos no pensemos que no podemos mover nuestro pequeño mundo y no acabemos, tristemente, sintiéndonos tan impermeables.
Un abrazo amigo.
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