tus manos buscaban sigilosas,
un cosquilleo por sorpresa,
un aliento consecuente.
Pero te cansaste,
de la espera, y del descaro.
Por mi parte solo recesos,
ya llegará el desengaño.
No noté que me faltabas,
siquiera antes de haberte ido.
Por mis pecados pagué siempre,
pero contigo, olvido constante,
hasta olvidose en mi mente el barquero.
No puse moneda en tu lengua,
no le pagué el crucero.
Maldito Caronte,
por la orilla infinita te condena a vagar,
y para mí, el infierno.
No te olvido, ¡no puedo!
tu condena eterna es mi duelo.
Te fuiste, pero estás por mi falta,
y ahora....
En la noche,
en el día infinito de tu ausencia
las nubes se ríen de mi,
tintando de acuarela recuerdos,
imágenes obsoletas
llenas ahora de dolor, de rabia, de anhelo.
Para quien no ve esos dibujos,
loco soy pues de locura vivo,
mas para mí, desde mi vicio,
cuerdo estoy,
porque la estela de tu cuerpo sigo,
soplando por si el viento te arrastra,
respirando,
llenando de tí mis pulmones,
en mi corazón sólo vacío.
Mira pues a esas nubes,
mira como te has ido.
No pienses que ya no hay rastro,
del rastro es el cielo testigo.
Vete, corre lejos,
pero no olvides el horizonte,
en el que habitas al alba
de un recuerdo desnudo
y piernas enredadas.
Cuando pueda perderte,
y mi cuerpo lo permita,
tiraré esa moneda al aire,
y tu, espero que aun cuerda,
y sin resentimiento,
podrás cruzar el río.
Hades hará justicia.
Sabrá entonces,
que yo era el elegido.
2 comentarios:
"En el día infinito de tu ausencia
las nubes se ríen de mi,
tintando de acuarela recuerdos.
(...)
No pienses que ya no hay rastro,
del rastro es el cielo testigo"
Un abrazo amigo.
Siempre hay rastro de lo que hacemos, de lo que provocamos, y seguramente de lo que sentimos, solo hay que buscarlo. Un fuerte abrazo Yiyi
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