Entre sábanas de seda,
dedos frágiles,
movimiento lento
que busca de incógnito
destinos nuevos,
coloras sensaciones.
Primeros rayos de sol
entran por la ventana.
Sin quererlo,
pero sin pena
se fue la madrugada.
Cruzan la habitación al vuelo,
y llegan hacia tu espalda
donde antes dejé mis dedos
viniendo desde la almohada.
Un dibujo se atisba
caminando por tu piel,
desde tu cuello vaga,
triste,
constante pero ligero,
describiendo líneas curvas,
alimentando mi sed.
Sacude el alma al tacto,
tu piel ahora erizada,
en parte por los primeros fríos
que despertaron al alba,
y por el claro erotismo
que desprende nuestra estampa.
De repente un tintineo
nos saca del instante,
en que mis manos completas
por tu cuerpo ya vagaban,
paso firme, mirada fiera,
y dirección fría
hacia el secreto de tu cama.
Tintineo de aguas claras,
desde el otro lado de la ventana.
Malditas primeras gotas,
que me roban el premio,
de una larga noche de besos,
de trabajo y de templanza.
Otoño, con su voraz jugada,
de tintar parques completos,
de robar como si nada,
montones de hojas marrones,
que humedeció para arrastrarlas.
Ahora me roba tu cuerpo,
tendré que esperar a mañana.
Entonces seré más rápido,
tendré que ganar al alba,
pues con su engaño de luces,
me robará de nuevo,
con gotas frías,
con su tintineo,
tu mirada.