Incontables los gestos
con que los recoges,
antes que se derramen
esparciendo su aliento vehemente.
Incontables las caricias
sigilosas a media noche,
que en la oscuridad,
a tientas buscan consuelo.
Perdón abatido buscando,
una mirada que relaje
la tensión que te aprisiona
bajo cuerpo mortal,
con tus errores y pecados.
Incontables,
incontable,
como todo lo bueno
que dentro de ti habita.
Como los ecos que resuenan
con cada acto desinteresado.
Un fallo, una respuesta,
descompensada y dura,
que echa por tierra
esfuerzos mutuos cotidianos.
Tal vez hoy,
coja yo tu mano,
para rehacer el camino.
Pero incontables
serán las réplicas opuestas,
en que cogerás tú la mía,
conteniendo tu respuesta
asomando mi fechoría.
antes que se derramen
esparciendo su aliento vehemente.
Incontables las caricias
sigilosas a media noche,
que en la oscuridad,
a tientas buscan consuelo.
Perdón abatido buscando,
una mirada que relaje
la tensión que te aprisiona
bajo cuerpo mortal,
con tus errores y pecados.
Incontables,
incontable,
como todo lo bueno
que dentro de ti habita.
Como los ecos que resuenan
con cada acto desinteresado.
Un fallo, una respuesta,
descompensada y dura,
que echa por tierra
esfuerzos mutuos cotidianos.
Tal vez hoy,
coja yo tu mano,
para rehacer el camino.
Pero incontables
serán las réplicas opuestas,
en que cogerás tú la mía,
conteniendo tu respuesta
asomando mi fechoría.
* Imagen sacada de my.opera.com/caballerodelabelgra/blog/