Después de mucho tiempo de inactividad, porque simplemente no me apetecía escribir nada, vuelvo con algo que siendo no muy bueno, expresa un poco la mezcla de sentimientos que he experimentado últimamente, y que quizás sigo experimentando estos días.
Ha sido un tiempo de alegrías y tristezas, de lágrimas tristes, pero también de momentos buenos entre amigos y familia. En definitiva, un tiempo lleno de un futuro, y de un presente incierto de piedras de colores.
Piedras en el camino,
que nos dificultan la travesía.
¿Quién las puso a nuestro paso?
¿Quién eligió su color?
A veces pienso que un día,
en el pasado,
las piedras cayeron del cielo,
sin orden ni control,
y sin nadie que las vigilara
en su loca caída trascendente.
Curiosos baches se han cruzado a mi paso,
como si de la vida misma se tratase,
caminante no hay camino dijeron,
se hace camino al andar.
Pero recuerda que esas piedras,
las que lo marcan y conforman,
estaban allí primero
esperando ser encontradas.
Presente incierto
de piedras de colores.
Quisiera haber cambiado
la que marcaba la marcha
del ser querido.
La que significó el límite
de su existencia corpórea.
Sin reparos quise tirar ese bache lejos,
quise gritar al viento,
y decirle,
y decirle,
que no era el momento adecuado de cruzarse.
Pero es baldío el esfuerzo,
no atienden a razones.
Se llevó sus ganas de vivir,
pero saltando alcanzamos a agarrarle,
sucia piedra ladrona de ilusiones,
y nos guardamos nosotros en el bolsillo
aquello que se nos dejó en herencia.
¡vete ya maldita piedra!
ahora ya no te queremos.
Ya te cruzaste en el camino.
¡vete lejos!
pero deja en la arena
lo que no te pertenece.
Otro tropiezo del mismo tono,
no tan cerca pero igual sentido,
me dejó sin darse cuenta,
un abrazo,
quizás de mis abrazos más bonitos.
Fuerza, valor, y templanza,
que no dejan de enseñarme.
Frágil de apariencia,
fuiste bastión con quien
la piedra insensata nunca pudo.
Otro tropiezo del mismo tono,
no tan cerca pero igual sentido,
me dejó sin darse cuenta,
un abrazo,
quizás de mis abrazos más bonitos.
Fuerza, valor, y templanza,
que no dejan de enseñarme.
Frágil de apariencia,
fuiste bastión con quien
la piedra insensata nunca pudo.
Por fin colores vivos,
de otras piedras que aparecen.
Una gran alegría,
convertida en sonrisa de amigos.
Sonrisa infinita muy de dentro,
como nunca antes la había visto.
Azul, Naranja, Rojo vivo,
marcaron el festejo,
en pueblo empedrado
que se forjó de la mano
y se matuvo fijo.
Bendita mano valerosa,
que tintó de consejo el vino.
Esas piedras misteriosas,
que marcan el destino,
pueden por tanto cogerse
si merecen lo vivido,
y tirarse aquellas otras,
que habiendo su deber cumplido,
nos producen llanto y pena,
eclipsando el colorido.
Tiempo de sentidos,
muchos cruces, muchos caminos.
Mezcla absurda de colores,
piedras, guijarros o rocas,
llantos, gozos o gemidos.
Descanse en paz la piedra querida,
se precipite al vacío la impía.
Por otro lado, anhelamos,
otra piedra amiga
que venga y se nos cruce,
para poder ver el siguiente paso
cuando nos pueda la incertidumbre.