jueves, 27 de junio de 2013

Palabras de una disculpa anónima



Palabras necias,
que sordas,
no escucharon tu llanto.

Palabras perdidas 
por orgullo del vencido.

Ahora me arrepiento.

Guardo en el pecho,
entre el aire que respiro,
una palabra sencilla 
que te devuelva a mí.

Sin nombre vagas,
y sin rostro te apareces.
Yo soy cualquiera
que mis palabras tome.

¿Cómo pudiste perder,
lo que tu cuerpo tanto ansiaba?

Mil desdenes altivos,
y un gesto de desprecio.
Un movimiento egoísta
mientras decías “te quiero”.
Abrazo mal dado
que esconde el sentimiento.

Palabras,
con su poder terrible
o su loco consuelo.

Anónimo,
espero el momento,
en que tú recojas lo que dije
y le quites el misterio.

En que quites la palabra necia,
en que quites la rima tonta,
en que la palabra sencilla
quede libre de lisonja.

Que el viento la acompañe,
y llegue a ti que la lloras.
Mientras cae por tu mejilla,
suave y lenta,
mi disculpa avergonzada.

domingo, 23 de junio de 2013

Declaración poética

I. 

Palabras
solo en apariencia enredadas,
exprimiendo tus sentidos
en cada frase encadenada.

Tristeza, amores, lágrimas agrias,
sinfín de sensaciones
mezcladas, pero

 ¡tan claras!

Luna que se pierde,
mar que la encontró.
Una mañana nublada,
un guiño, o un adiós.

Un algo que se fuga.
Un dolor que me quedó.
Una palabra precisa
que encontré bajo el colchón.

Junta una,
junta dos
júntalas todas juntas
formando una canción
que sin música suena.

Una frase, mil sentidos
extraordinario su color.




II. 

Un disparo por sorpresa
parece el verso destacado,
que sin aviso ni decoro
penetra en mi alma abierta,
receptiva al desengaño.

Mero ilusionismo,
que mirado bien despacio,
no es más que un simple juego
de rimas,
sueños y descaros.

Todo lleno,
salido de muy dentro
intentando explicarlo.
Lo que siento,
lo que sientes,
dando juntos un paseo
mientras la tarde se pierde.


III.

Lanza la palabra al vuelo,
deja que se una sola,
a la línea,
a la historia,
que subyace enredada
en las fauces del tiempo.

No trates de forzarla,
y que la rima sea vacía
de sentimientos o de cura.
Puro adorno vehemente,
que ni a cuento llega
ni emoción desprende.