jueves, 20 de diciembre de 2012

No son buenos tiempos

Primeros copos blancos
los que quedaron en tu lecho,
cuando al cerrar los ojos
te viste envuelta en el frío invierno.

La sonrisa con la que te acostaste
se convirtió en muñeco de nieve,
que escondido con bufanda y gorro,
se acurrucó en tu jardín al llegar el alba.


No son buenos tiempos,
no así en tu morada,
otrora tuya sin remedio,
envuelta ahora,
 en aires de deuda no pagada.

La risa se congeló,
y miras a tus niños, que
ajenos al entendimiento adulto,
juegan en la calle sin tu miedo,
a que mañana, 
las sábanas te den la espalda.

El miedo invade tu cuerpo,
que a gritos te pide un médico.
Hoy no está.
Su cuerpo le pide gritar en alto
por aquello en que cree y le arrebatan.

No son buenos tiempos,
cuando yo, 
que te miro de lejos,
me siento impotente para hacer nada.

No hay turrón para todos,
ni siquiera cálida cama.
No hay guirnalda en los hogares
a los que no llega la paga.

No son buenos tiempos,
te dices a tí misma cansada.
Este año tus hijos
tendrán sólo los juguetes 
de la campaña pasada.

Es un tiempo extraño, 
risas compartidas, memoria hastiada,
tiempo de recuerdos y sueños,
de ilusión y de esperanza.

Es Navidad, 
así lo llaman.

Tiempo de buen abrigo,
y también algo de magia,
que trae la brisa vieja
como Espronceda a su navío...
con 10 cañones por banda.

Miras el muñeco de nieve,
y él te devuelve la mirada.
Parece guiñar un ojo 
con su sonrisa congelada.

No son buenos tiempos,
pero siempre deshiela,
y entonces,
cuando pase el invierno,
el muñeco te devolverá tu sonrisa,
sólo con cariño guardada.