miércoles, 23 de mayo de 2012

Reflejo de uno mismo



A veces,
cuando la luna 
se acerca a mi ventana,
puedo ver tu reflejo como un guiño,
en uno de sus cráteres. 

A veces la luna,
celosa de mi mirada,
cambia el giro 
ocultándote entre las sombras.

Son momentos de duda,
en los que no concilio el sueño.
¿Será sólo un engaño ese reflejo,
que tan solo muestra mi miedo desde otro lado?

Ni siquiera sé tu nombre,
ni siquiera lo que anhelo.
Pero la calma de la búsqueda,
vale más que el propio deseo.

¿Quién eres?
¿Por qué me rehuyes?
Deja sólo por un instante
que mi alma te encuentre,
que nos fundamos,
aunque en el fondo sea tan solo
un abrazo con mi propio consuelo.

A veces,
cuando ya despunta el alba,
y la luna se va con su sonrisa,
un haz de luz me sobrecoge.

Como si fuera una respuesta,
me llena de energía,
quizás,
el guiño que lanzó aquel reflejo,
era real.

Fue tan solo la distancia,
que a veces creo olvidar,
la que hizo,
que el impulso que necesitaba
viniera a mí tardío.

Ahora creo entenderlo.
Y sin prisa lo asimilo.
Ahora sé que es mi propia vida,
aquello que persigo.

Cobarde de mí
que con descaro hago el guiño,
y culpo airoso a la luna,
cuando tan sólo es el espejo
que muestra mi obsesión,
sin aderezo ni juicio.


                                            * Imagen sacada de http://www.mundofotos.net/foto/nostalgica/698689/reflejo-de-luna

jueves, 3 de mayo de 2012

Historia de unos días



Cristal húmedo de lluvia,
tres equipos preparados;
entre la niebla maldita
como aves de paso,
hicimos el camino
hasta la risa y el descanso.

Sol que nos sorprende,
con la primera mañana.
Croissant que nos espera,
fresco, impaciente,
por ver la mermelada. 

Unos pasos por el pueblo,
y charlas llenan el vacío,
mientras vienen los que faltan
con algún que otro dormido.

¡Cielo despejado!
gritamos emocionados.
Saquen ya la barbacoa,
de carne, o de pescado.

Mientras se asan los manjares,
distraigamos la cabeza,
con buen tinto de Burdeos,
o una jarra de cerveza.

Para bajar la comilona,
bicicleta, o la carrera,
satisfacción de haber llegado,
mano a mano, aguantando,
hasta la meta.

Como estrellas, bogavantes,
armadura preparada,
mas no esperaban maestro,
con equipo y confianza,
que les diera muerte lenta
entre el fuego, y la metralla.


Envido que te envido,
fue llegando la final,
entre órdagos y risas,
treinta y una, o un buen par.

Hoy...
tras los cristales 
de la mansa rutina,
no puedo más que añorar,
instantes de estos días,
...
un abrazo repentino,
entre copa y copa de vino.
No importa el receptor,
lo importante, un buen amigo.